Messi fracasó, el que la rompió es Xavi. Apenas hizo un gol, en un clásico de poca monta. ¡Viste qué mal juega el Madrid y eso que gastó 250 millones de euros! Y, encima, Leo festeja mostrando el escudo de un club catalán. Seguro que el himno del Barsa lo sabe, no como el argentino que nunca lo canta. Qué va a ser un jugador trascendente, qué va a ser un jugador copero, qué va a ser un jugador de clásicos, qué va a ser el mejor del mundo... Es un invento del marketing.
Los contras de Lionel encuentran excusas para criticarlo en los momentos más dulces. Argentinos: hay que rendirse a los pies de este pibe de 22 años que no sabe qué más hacer para ser profeta en su tierra. En el resto del mundo, ¡hasta en Brasil!, no paran de elogiarlo, de mirarlo, de aplaudir tantos goles. Y aquí, en su patria, aún hay un gran halo de negatividad en torno a su enorme figura. Será el temor de ver que la estatua impoluta de Maradona puede ser alcanzada por un chico que nació en Rosario, pero que se crió en España porque consiguió un padrino para curar su enfermedad y, que, a veces, no transmite desde sus gestos, las genialidades que realiza con su zurda.
Messi lo hizo otra vez. En un partido de pocas apariciones, de poco contacto con la pelota, definió un pase genial de Xavi para marcar el primer gol del derby más esperado del mundo, su grito 40 en la temporada. No hay que quedarse con el derechazo preciso para batir a Casillas, hay que destacar que cuando Ramos le da un patadón, él se paró rápido, hizo el tiro libre, se la dio a Xavi y le marcó el pase. Después, sí, a festejarlo con el escudo, desafiando a todos los millones del Madrid que veían como el frondoso proyecto de Florentino se está terminando sin ninguna flor. Porque con el triunfo de ayer, el Barcelona le sacó cuatro puntos de diferencias al Real, ya que el Madrid sólo será campeón si lo supera (no cuenta la diferencia de gol, si no el partido entre ellos).
Lionel, quien jugó como único punta, pero en un equipo que salió a atacar como siempre, le convirtió el séptimo gol en ocho clásicos al Madrid. De la mano del crack albiceleste el Barcelona obtuvo una marca histórica: es la primera vez que el club catalán le gana dos partidos seguidos al Real en el Bernabéu. Todos los récords que se le ponen adelante los bate. Además, en la Casa Blanca sacó chapa de bancarse las patadas (le dieron Gago, Ramos, Garay, Arbeloa) y también fue vivo cuando se dio cuenta que Ramos buscó que lo echaran (tenía amarilla) haciendo rebotar un tiro libre, y se corrió justo. Metido, sumando experiencias para el momento más importante de su carrera: el Mundial.
En el partido del campeonato dijo presente. Ante adversarios que también estarán en el Mundial sacó pecho, no se achicó. Messi sigue siendo un chico, el mismo que le contó a Cinthia Arellano, su compañera del colegio primario una sensación íntima. "Cuando yo le preguntaba qué se sentía cuando le gritaban 80.000 personas, cómo hacía para jugar así, él me contestó. 'No sé, no soy yo'", dijo la chica.
El documento dice una cosa. El fútbol dice otra. Messi ya es un hombre.

Messi metió el primero y festejó el segundo arriba de Pedro, su autor. Celebra todo el Barsa.
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